La activista indígena Berta Cáceres, asesinada este jueves, suma una víctima más a la cifra alarmante de crímenes contra defensores del ambiente en Honduras.
De las 116 muertes de ambientalistas documentadas en 2015 –el número real puede ser mayor– casi tres cuartas partes ocurrieron en América Latina, especialmente en Honduras, Brasil y Perú.
Entre 2008 y 2012 hubo un ascenso en este tipo de crímenes. Durante esos cinco años, los asesinatos anuales pasaron de 40 a 147, la mayor cifra de la última década.
El 40 por ciento de las víctimas del año anterior eran indígenas. La mayoría pertenecían a comunidades que se oponían a grandes proyectos mineros, un patrón que parece repetirse en 2015 y 2016.
En el caso de Honduras, entre 2002 y 2014 se produjeron 111 asesinatos de activistas ambientales.
Juan Francisco Martínez, líder de una organización indígena que se ha opuesto a la construcción de represas hidroeléctricas en el centro de su país, fue encontrado muerto en enero pasado.
En meses anteriores, Martínez había mantenido una disputa sobre la propiedad de los terrenos que ocupaba su pueblo con personas presuntamente vinculadas a la construcción de una represa en la zona.
Por su parte, miembro de la ONG internacional Global Witness, Chris Moye, precisó que "más de 80 tuvieron lugar sólo en los últimos tres años en una región, Bajo Aguán".
Para Moye, el caso de Berta Cáceres es representativo de la persecución sistemática a la que se enfrentan los defensores del ambiente en Honduras.
Berta Cáceres, guardiana de los ríos
Cáceres aseguraba que aprendió de su madre el sentido de la justicia. "Crecí en un hogar dirigido solo por mi mamá y desde temprano ella trabajó en la defensa de los derechos humanos".
"A mi madre le tocó vivir dictaduras, golpes de Estado, y hasta hoy en día me motiva para continuar con esta lucha".
La defensa de la naturaleza era parte del ADN de Cáceres y estaba enraizada en su identidad lenca.
"Actualmente somos más de 400 mil lencas. Somos un pueblo milenario en Honduras y el oriente de El Salvador y nos consideramos custodios de la naturaleza, de la tierra, y sobre todo de los ríos", aseveraba Cáceres.
Para la tradición lenca en los ríos residen los espíritus femeninos y las mujeres son sus principales guardianas.
La activista organizó al pueblo lenca, la mayor etnia indígena de Honduras, en su lucha contra la represa de Agua Zarca. La construcción estaba prevista en el noroeste del país en el río Gualcarque, sagrado para las comunidades indígenas y vital para su supervivencia.
La campaña emprendida por Cáceres logró que la compañía estatal china Sinohydro, la constructora más grande de represas en el mundo, retirara su participación en el proyecto hidroeléctrico.
La Corporación Financiera Internacional, institución del Banco Mundial que invierte en el sector privado, también abandonó la iniciativa.
En abril de 2015 esa lucha le valió a Berta Cáceres el Premio Medioambiental Goldman, el máximo reconocimiento mundial para activistas de medio ambiente.
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